UN TAL YO.

 Hoy he soñado con un nuevo mundo, sé que mi vida no es más que una sucesión de decisiones.

La tuya también.

No soy un santo y lo sabes, pero tus diablos ya pasaban de largo y traías un infierno junto a ti.

Donde mires estaré, en los ojos tristes de los abuelos, en las risas de los niños, en las piruetas de las mascotas.

Aquel fue el último beso,  marcaba un adiós inesperado, algo en mí decía que debía quedarme un rato más, un momento más, pero me fui.

                                                       RICARDO

  Comencé a caminar sin rumbo y sentí que la cabeza se había quedado vacía, sin pensamientos, sólo sentía una ligera brisa que recorría todas mis neuronas, como si las oxigenara. No percibí lo que había alrededor, sólo seguí andando. Pasear por este nuevo mundo me producía una emoción que hacía mucho tiempo que no recordaba, libertad. 

¿He hecho lo correcto? Lo correcto para quien.  El problema de tomar decisiones que no te perjudiquen a ti es que no dejas de sentir una ligera culpa. 

Pero lo prefería mil veces antes que sentir ese vacío constante, profundo, oscuro. Tenía que darle un nuevo giro a mi vida.     

                                                           ANNA  


Me senté en un banco del parque y observé cómo se desenvolvía la vida fuera de mi cápsula.

Fueron muchas las sensaciones que me devolvían parte del pasado.

Vi el cielo y el sol a través de los árboles...

¡Cuánto tiempo hacía que no me fijaba en estos detalles!

Quiero conservar esta soledad, esta libertad que me permita realmente observar sin prejuicios.

Miro al frente, unas figuras borrosas llaman mi atención. Ella va cogida del brazo de un desconocido, parecen dirigirse hacia al cine... a lo lejos el título: “Out of África”...¡Ohhhh, qué recuerdos! Qué admiración, qué personajes, de qué maravillosas aventuras habían construido vidas en libertad.

Yo tenía una granja en África, a los pies de la colinas de Ngong.

En algún momento encontraré mi verdadero camino, estoy seguro. Cuando has pisado fondo, todo recomienza de nuevo y en este nuevo universo algo va a nacer de un momento a otro.

¿Aventurarme, Viajar?

                                                 LOLA


Viajar.... pero viajar ¿a dónde?

Desde que decidí cambiar de sexo, y ahora que por fin soy Andrés, he pensado cientos de veces en saldar cuentas con mi pasado. Y mi pasado reside en Luarca y en Frigiliana. 

Tal vez mi primer viaje debe tener éstos destinos; donde todo comenzó y donde todo terminó.

No puedo ser yo plenamente, sin pedir perdón y sin perdonar. Se lo debo a Lucía, la mujer que fui y me lo debo a mí mismo. Y a todos los que ya no me conocen.

Es lo justo.

                                               FERNANDO


O al menos eso me pareció. Decidí abrir las compuertas de mi cápsula, pausar mi otoño y hacer la maleta. Tras echar un vistazo vi la señal: aquel blablacar me dejaría en Frigiliana. Tenía que hablar con Carlos, hacerle saber quien soy. Dudaba si forzar un encuentro casual o ir a su casa. ¿Entendería que siendo otro hombre lo amaba más aún? Imaginaba su mirada de lástima como reacción y me daban ganas de morirme. Había pasado demasiado tiempo, necesitaba volver a estar con él, sentirlo en mi cuerpo. Esa sería la forma de enterrar definitivamente a Lucía y bautizarme como Andrés en el mundo del amor. Volví a recordar aquellos veranos de adolescentes ¡Qué corto se me hizo aquel viaje!

                                                     ANTONIO M.

La hermana de Carlos ya me había contado que me gustaria Frigiliana, porque luce también de un blanco impoluto entre azul mar y verde campo como Luarca. Me sentí como en casa, sorprendido por algunas puertas que se vestían de color ultramar para levantar aún más mi ánimo y mi ilusión por nuestro reencuentro. En mi pecho galopaban caballos. No tenía que ocultarme ya bajo capas de ropa, ni justificar mi pelo corto. Mi barba sepultaba el hoyuelo que Carlos tanto celebraba. Me lo busco mientras avanzo por las calles empedradas y esto me ayuda a sonreír.

Sé que él ya sabe de mi nuevo aspecto, de mi tratamiento hormonal y mis cirugías. Siempre supo quien era yo, aún antes que yo mismo. 

Pero ¿qué dirá al verme tal y como soy ahora, más yo que nunca? 

El arroyuelo corre calle abajo a toda prisa y me susurra:

-Corre, Andrés, no te demores, ya queda nada.

                                             MARILÓ


Sabía que él había abierto una tienda de antigüedades en el centro del pueblo y pensé que aquel sería un buen sitio para el reencuentro. Si mi irrupción le producía rechazo, al menos sería discreto. 

 Mi caminar ya no era tan decidido y cualquier excusa era buena para demorar un poco más el momento. 

Notaba como las inseguridades que creía haber dejado atrás, me acechaban a cada paso que daba. 

Cuando le ví a través del escaparate, me sentí totalmente desnudo. 

"Ante la duda, coraje" me dije antes de entrar. 

- Hola Carlos.

                                             CURRO


Él se volvió para mirarme y, con cara de extrañeza, me preguntó:

– Perdone, ¿nos conocemos?

Antes de que pudiera articular una palabra, apareció de la trastienda una chica joven que se dirigió a él afectuosamente.

– Cariño, ya he terminado con el embalaje del retablo. Me voy para casa, no tardes.

Y lo besó...

Mientras ella salía de la tienda, yo permanecí allí, inmóvil, sin reaccionar a la pregunta que Carlos me hacía una y otra vez sobre qué deseaba. Mi mente intentaba procesar lo que acababa de ver...¡me sentía tan ridículo! ¿Cómo pude ser tan ingenuo? ¡Pensar que Carlos aún guardaría su amor por mí...por lo que fui!

Sentí cómo se desgarraba algo en mi interior y, entre rabia y dolor, solo pude salir corriendo de allí.

Vagué sin rumbo fijo hasta encontrar un lugar tranquilo donde, lejos ya de miradas indiscretas, poder llorar libremente.

 Ahora veía claro que Lucía, y todo lo que representaba, era cosa del pasado y había llegado el momento de dejarla ir...

                                          MARI CARMEN



Ni siquiera sabía si podría funcionar como recuerdo. Si había escapado realmente de la marea judeocristiana que nos persigue en la tierra por amar. Si hubiera encontrado la forma...Como los guijarros que he pisado tras abandonar la tienda. Que ahora miro, con la respiración soltada, después de haberme alejado de espaldas. 

Peino de nuevo los recuerdos, que quisiera retener, como a sucias canas que no ennegrecen ni adquieren la vitalidad del presente. Si en la vida te saltas la estación hay que esperar yendo a un destino que no querías. A los doce tuve un sueño en que ganaba en el amor. Desde entonces mis derrotas, como hoy en la tienda, se me pegan como la huella dactilar del carnet de ese, esa… Un tal yo.

                                           ANTONIO

¡Pero no!, si bien Lucía ya es cosa del pasado, Yo no lo soy. Soy el presente, el aquí y el ahora, Y no, no estoy dispuesto a dejarme derrotar. ¡Voy a luchar! He sido un cobarde, al huir de esa manera de la tienda. He de trazar un plan, tengo que ponerme las pilas y encontrar la forma de saber quién es esa chica que ha besado a Carlos…mi Carlos. Tal vez su hermana pueda darme detalles, así, sabiendo cómo y quién es el enemigo podré enfrentar esta batalla. Si después de todos mis sacrificios y mi largo peregrinaje no doy la cara, no me lo podré perdonar nunca. Ni tampoco sabré si Carlos me llegó a perdonar aquello que…Bueno, realmente, “aquello” fue Lucía la que lo hizo…No Andrés…

¡¡Decidido!! Llamaré a Patricia, después de todo, ella fue la que me animó a venir a Frigiliana…

555 654 987…… ¿Patricia? ¡Hola! Soy Andrés…Sí mujer, ese Andrés…Sí, te hice caso y estoy en… ¿Lo adivinas? Jajajajaja, No, no, aún no lo he visto… De eso quería hablar contigo, de tu hermano… vale, vale, ¿por teléfono no? ¿Mejor delante de un café? ¿Dónde? Ok. Chao.

Mi plan está en marcha... 

                                           ENCARNACIÓN

Un par de horas más  tarde en la cafetería " La Lola" donde tantas tardes había  pasado con Carlos, apareció  Patricia, después  de saludarnos y pedirnos un café irlandés,  abordamos el tema.

- Pues ya ves, ni me reconoció. 

Estaba con otra mujer en la tienda, que le besó al despedirse, ¿ quién es ella? 

- ¿ No la reconociste? Es la hija de Miguel, el panadero. Pero... ¿qué  te pasa? ¿ por qué  pones esa cara?

                                                  API

Sentí como el corazón bombeaba a mil por hora y la sangre golpeaba mis extremidades...Ante tal impacto dentro de mi cuerpo, tuve que levantarme e ir corriendo al baño... Y vomité, vomité hasta soltar mi dolor y mi miedo. Aquella chica que había besado a Carlos era mi primer amor de la infancia: ¡Teresa! Vino a mi mente imágenes de las dos bañándonos en el río, donde nos contábamos secretos, donde notábamos nuestros cuerpos cambiar, nuestras dudas, nuestras promesas y nuestros besos.... Un día su padre prohibió que nos volviéramos a ver. Y así fue.

                                               NURIA

No podía entender como Teresa estaba con Carlos. Ella fue mi primer amor y la que me hizo descubrir y aceptar mi verdadera sexualidad. Es más, a ella le gustaban las mujeres muy femeninas y me reprendía a menudo por mis maneras tan masculinas. Me hacía llevar faldas y tacones, lo que me hacía sentir muy, pero que muy incómodo. Nuestra relación no podía durar. 

En aquel entonces Carlos era mi amigo, mi confesor, mi paño de lágrimas. Así fue como poco a poco se enamoraron nuestras almas.

                                               MIREILLE

Sabía que era jugar con ventaja. Ellos no sabían quien era yo, pero yo sabía muy bien quienes eran ellos. Mis dos amores, lo mejor que me había pasado en la vida. ¿Habrían hablado de mí? ¿Les habría unido yo? Tenía que saberlo. Era primordial para planear la jugada. Si yo era el nexo de unión, también podía ser la bisagra. Pensar en los labios de Teresa, en sus caricias, en el torso de Carlos, en sus manos, pensar que podía estar con los dos, nuestros cuerpos unidos por el mismo hilo rojo, me produjo una gran felicidad. Tenía que intentarlo.


Pero la vida va por su lado, y mientras yo acumulaba deseos nuevos, en la habitación de Carlos y Teresa, mis amores, estaba ocurriendo algo que no entraba en mis planes. Pero eso lo supe después.

                                                 ANI

- Teresa….

- ¿Sí, cariño?

- Tengo algo que decirte.

- Pues dilo.

- Ven, siéntate conmigo.

- ¡Ay, qué tontito te pones a veces!

- Y por eso me quieres, pero esto es serio.

- Me estás asustando…

- Verás, no sé cómo decirlo ni por dónde empezar. En fin: ¡Lucía está aquí!

- ¿Lucía? ¿Qué Lucía? ¿Aquí en casa?

- En el pueblo, nuestra Lucía…

Teresa hizo una pausa para asimilar la noticia, la aparición de Lucía no era algo que hubiesen considerado. Podía trastocar la vida de ambos, esa vida que discurría tranquila, quizás demasiado apacible.

-¿La has visto?

- No, se le ha escapado a mi hermana sin querer, ha debido venir en secreto. ¿Qué vamos a hacer ahora?

- Lo que tendríamos que haber hecho entonces: hablar los tres.

“Entonces”. Carlos había conseguido eliminar aquellos recuerdos de su día a día. Ahora regresaban a borbotones; emociones y sentimientos bullían en su interior y no sabía si sería capaz de volver a aplacarlos.

                                              INMA

Al día siguiente me dirigí, decidido, a la tienda de Carlos. Paré unos instantes en la acera de enfrente, escondido tras unos cubos de basura, tratando de reunir valor.

Entonces vi cómo alguien salía del negocio, alguien muy parecido... No, alguien exactamente igual a mí mismo cuando era Lucía.


Noté que me agarraban de la sudadera.

- ¡Andrés! Dios mío, quería encontrarte antes de que la vieras... Lo siento mucho.

- ¿Antes de que la viera? Patricia, ¿qué es esto? ¿Qué pasa? ¿Quién es esa mujer?

- Es Lucía.

- ¡No puede ser, Lucía era yo! Ya no existe.

- Andrés, ¿de verdad no te acuerdas?

                                          EVA

...bip,bip,bip. 

Un negro absoluto, cálido y sereno me envuelve.

Con infinita parsimonia abro los ojos. La tenue luz que se filtra a través de la cortina me basta para reconocerme postrado en un camastro de hospital. 

Y ahí están. 

Patricia y mi sosias...

¿Acaso no era suficiente enfrentarme a la superación de mi yo pasado, como para que ese recuerdo, en una suerte de creación suprema, cobre naturaleza y desafíe la estabilidad de mi castillo de naipes emocional?

Gesticulan con energía e inutilmente tratan de dirigirse a mí. No acierto a entenderles nada.

Un certero pinchazo atraviesa mi cuerpo inmóvil. Puedo percibir con nitidez el torrente inoculado sofocando a su paso el fuego que arde en mí.

De nuevo, me fundo en un placentero negro...

                                           ALBERTO

...Bip, bip, bip,...

- ¡Vaya!, parece que se ha vuelto a quedar dormido. Quizás es lo mejor. Qué te parece si bajamos a tomar un . . . . Patricia que ocurre, estás temblando. . . . . 

-. Lucía, no sé porque lo he hecho.

- Que estás diciendo Patricia, hacer el qué, de que me hablas. . .

- Por más que me dirigía a él no me escuchaba, no entendía nada de lo que le decía; no encontraba la forma para poder explicarle todo. 

- Sigo sin entenderte, ¿Qué es lo que has hecho?

- Fue todo tan rápido, en cuestión de segundos aparece ese coche. Su espalda fija en mis pupilas, mis manos en sus hombros, un movimiento imprevisto, preciso, certero, ....¡ Un accidente!, ¡Ha sido un accidente!.

                                              MARÍA JOSÉ

Bip bip bip... La escena en la habitación del hospital es cada más borrosa y se va reduciendo hasta desaparecer ante los ojos de las dos mujeres y los dos hombres sentados frente al televisor. 


En un mundo de certezas estas dos parejas durante 70 minutos viajaron a través de ese entramado de historias que en principio no presentaban ningún atisbo de verosimilitud. 


Los dos hombres cruzaron sus miradas furtivamente. Ellas ya estaban comentando lo tarde que se había hecho.

                                                 RUBÉN


¡Ni pase privado para los amigos ni hostias!, ¡si ya no somos amigos joder!. ¡Qué no teníamos que haber venido Carmen!, ¡qué no!.


Los 45 kilómetros de vuelta a casa se aventuraban incómodos.


-¡Te lo dije!, esto iba a ser otra muestra de egocentrismo.

Le recriminó Luis a Carmen en un tono casi agresivo.


A esas horas de la madrugada el tráfico era inexistente y a vista de pájaro el Audi A5 en el que viajaban era el único punto en movimiento que alteraba la quietud de la noche.


-Si es que estaba claro, ¿una invitación después de tantos años de silencio? ¡Venga ya!


-Luis por favor, no corras tanto.


-Y además contado así, de esa forma tan burda, tan previsiblemente compleja.

“Una cinta de autor”..., ¡pero qué coño se cree!


-Luis por favor, cálmate.

Entiendo que pueda ser doloroso para ti, pero yo lo veo más como un homenaje a vuestra amistad, a vuestro pasado.


Luis seguía pisando el acelerador de forma automática. Su pie derecho presionaba el pedal casi tan fuerte como el apretar de sus dientes.


-¿Pasado? Luisa es mucho más que un pasado Carmen. Hay gente muy cercana que ni saben de su existencia, personas para los que siempre he sido Luis.


Tenía su mirada puesta en la carretera pero sólo alcanzaba a ver escenas de la película que se le repetían una y otra vez.


-¡Y la llama Lucía!, ¡si casi es el mismo nombre!


Estaba tan absorto en sus pensamientos iracundos que el grito descarnado de Carmen apenas le llegó como un susurro.


-¡Luis, el camión!


El durísimo impacto lateral lanzo al impoluto deportivo rojo hacia la izquierda dando vueltas como un juguete.


En golpe robo la vida de Carmen en el instante.

Para Luis sin embargo fue como un cambio de canal.

De pronto la película era otra.

Una que transcurría en cámara lenta.

Desde una extraña posición externa era observador de como su cuerpo y el de Carmen danzaban involuntariamente en un escenario carente de gravedad.

El cinturón mantenía sus cuerpos sujetos al sillón, mientras sus cabezas y extremidades dibujaban formas imposibles en una perfecta sincronía.


De nuevo un cambio de canal y aparece otra película.

Esta va a cámara rápida, muy rápida, pero perfectamente reconocible.

Era la película de su vida.

Él como Luisa, él como Luis.

Su familia y sus relaciones, sus miedos y sus vergüenzas, su sufrimiento y su dolor, su principio y su final.


Y de pronto todo se diluye en una paz absoluta, en tranquilidad inefable.

Ya no es Luisa, ya no es Luis.

Era verdad que los ángeles no tiene sexo.

                                           FRAN












Comentarios